La Catedral fue testigo este 14 de octubre, a partir de las 11:00 horas, de una solemne misa en la que monseñor Asenjo coronó canónicamente a Nuestra Señora de la Salud, de la Hermandad de San Gonzalo, ante la mirada impaciente y emocionada de los hermanos de la cofradía trianera.
Aún parece un sueño del que devotos, feligreses y simpatizantes de San Gonzalo y la Virgen de la Salud no han despertado. Pero los acontecimientos, en estos casos, se suceden en cascada, uno detrás de otro, y es imposible asimilarlo al instante. A las 16:30 horas salía de la Catedral, ya coronada, Nuestra Señora de la Salud de vuelta a casa para ser acompañada durante todo el recorrido por una multitud entregada.
Tras su paso por Placentines y Alemanes, enfiló una Avenida de la Constitución donde la muchedumbre empezaba a arremolinarse en torno al paso de palio. El calor y un bochorno agobiante no impidieron que el gentío se congregara con motivo del histórico evento. Así, la Reina del Barrio León tomó el andén del Ayuntamiento de Sevilla a los sones de la “Salve a Nuestra Señora de la Salud”, que sonó hasta en tres ocasiones seguidas.
Con esta composición musical, que se ha convertido en una suerte de himno de la hermandad, el palio llegó a la puerta principal del consistorio hispalense, donde el Grupo Joven de San Gonzalo había dispuesto una alfombra de sal, tal y como realizó a la salida de la parroquia el pasado 7 de octubre. Los mismos lanzaron una intensa petalada a la Virgen desde un balcón del edificio conforme la Banda de Música de Dos Hermanas ‘Santa Ana’ interpretaba la marcha “Aires de Triana”, que también fue repetida.
A los sones de “Madre del Soberano Coronada”, marchal de María Luisa Palomares que parece haberse erigido como la composición musical más popular de las nueve estrenadas para tal efeméride por la cantidad de veces que se tocó durante la jornada, la Salud Coronada se despidió de una Plaza Nueva repleta y entregada, donde se produjo la recepción por parte de las autoridades municipales y el alcalde, Juan Espadas, entregó a José Fernández, Hermano Mayor de San Gonzalo, un ramo de flores.
Después, la Virgen de la Salud continuó por Tetuán y Rioja camino de la Iglesia del Santo Ángel, en la que también se realizó un saludo. Continuó su camino la comitiva y, a los sones de “Mi Amargura”, Nuestra Señora de la Salud alcanzó la Plaza de la Magdalena y siguió su recorrido por San Pablo al ritmo de “Hermanos Costaleros”. Entonces la jornada festiva iba a llegar a su momento álgido, cuando, tras recorrer Reyes Católicos, la Reina del Barrio León se reencontrara con su barrio al cruzar el puente, en el Altozano.
La densidad de la muchedumbre iba a más tal y como el palio avanzaba adentrándose en una calle Pureza atestada de gente. No cabía un alfiler y se sucedían, una detrás de otra, composiciones musicales dedicadas a La Esperanza de Triana. Y es que iba a producirse un momento único; la Virgen de la Salud se encontraría con la Esperanza de Triana en la Capilla de los Marineros.
Hasta allí llegó el paso, que prácticamente no podía andar por Pureza, donde se produjeron algunas situaciones de tensión por la enorme bulla. Nuestra Señora de la Salud entró por completo en la Capilla de los Marineros, en cuyo umbral volvió a recibir una gran petalada a cargo del Grupo Joven de la cofradía de la calle Pureza, y allí le cantó el coro de la Hermandad de la Esperanza de Triana.
Con “Madre del Soberano Coronada”, de nuevo, se despidió de la hermandad trianera de la Madrugá. Durante esos instantes, el palio apenas pudo recorrer unos metros hasta arriarse en el número 56 de Pureza, desde cuyo balcón Jesús Ramos, el joven saetero y cantante de Los Palacios interpretó una emocionante salve.
La Virgen de la Salud consiguió revirar hacia Vázquez de Leca. Y otra petalada. Y otro momento histórico cuando llegó coronada a la Parroquia de Santa Ana. Por las estrechas calles de la Cava de los Gitanos se adentró la protagonista de la gloriosa jornada, que logró enfilar Pelay Correa ante la gran cantidad de gente que se concentró en esa zona y que observaba sin perder detalle también desde la Plazuela de Santa Ana.
Engalanadas con colgaduras y flores de papel estas calles, Nuestra Señora de la Salud enfiló el tramo de Santísimo Cristo de las Tres Caídas y Rodrigo de Triana en el que se había colocado un arco. Allí se vivió uno de los momentos más emotivos y apasionados del día, ya que bastantes hermanos de San Gonzalo habían organizado una espectacular petalada que hizo rebosar el techo de palio.
Así, cuando llegó el paso a la revirá de Rodrigo de Triana con San Jacinto tuvo que subirse a lo más alto de las escaleras el prioste segundo de San Gonzalo para echar a la calle kilos de pétalos y dejar despejado, de esta forma, el techo del paso. Sonó “Hosanna in Excelsis” y con esta melodía se dirigió la Virgen de la Salud a la Capilla de la Estrella para reencontrarse coronada por primera vez con su madrina.
A partir de ahí comenzó el momento más íntimo y esperado por los más fieles de la Hermandad de San Gonzalo y su titular, puesto que las grandes bullas pasaron y por fin se pudo disfrutar de manera más personal y cercana de la imagen y del momento tras superar el tramo peatonal de San Jacinto. Una vez en San Martín de Porres, se modificó el recorrido habitual de vuelta para realizar la “entrada antigua” o, al menos, la anterior a la actual.
Por ello, Nuestra Señora de la Salud volvió a su Tardón, a Álvar Núñez luciendo su hermosa corona remozada por Fernando Marmolejo y rodeada de los más allegados. Ya se internó en el Barrio León buscando tomar la Plaza de San Gonzalo desde su parte trasera para entrar en ella de manera triunfal. Y en una de esas íntimas revirás de calles colmadas de naranjos volvieron a tocarle “Mi Amargura”.
El sueño empezó a terminar con la llegada de la Virgen a la plaza, donde su barrio la esperaba con el deseo de acompañarla en su recogida. Volvieron el paso mientras sonaba la “Salve a Nuestra Señora de la Salud” para despedirse de cara, mirando a los suyos. Por último, se volvió a tocar “Madre del Soberano Coronada” y Nuestra Señora de la Salud entró coronada en la Parroquia de San Gonzalo sobre las 5:40 horas. Entonces se produjo el mejor saludo de la jornada, cuando al fin miró de cara a su Hijo, Nuestro Padre Jesús en su Soberano Poder, tras una larga e intensa semana separados.
Javier Fernández Maeso