Una noche cargada de sentimiento. Es lo que se vivió el sábado por la noche en el antiguo patio del Hotel Triana.
Con un patio de butacas que una noche más se llenó (no hay julio caluroso que pueda con la Velá), Triana se levantó y rompió en palmas con cada una de las actuaciones que llenaron de buena música la noche.
Primero, con el sentimiento de Guillermo Caballero, que regaló un concierto mágico con el que no pudieron ni los problemas técnicos. Un apagón en el escenario dejó al público mudo, pero no así al cantante, que siguió a capela para deleite de los asistentes.
Tras este, las Corraleras de Triana cantaron y bailaron acompañadas de un público que luchaba por mantenerse en la silla, emocionado, y que acabó por levantarse para regalar un sonoro y merecido aplauso tras una gran actuación.
Por último, y de nuevo con suspense por los problemas técnicos, el Bomba llenó el escenario para cerrar con su inigualable voz una noche única en Triana, que ya encara los últimos días de una Velá de Santiago y Santa Ana diferente, pero que el arrabal está sabiendo disfrutar.