Minutos antes de salir ya sonaba la Banda del Sol en el interior del templo. La plaza de San Gonzalo aguardaba a su devoción de la Virgen del Rosario, que salió ayer cuando se acercaban las siete de la tarde.
El cortejo recorrió las calles populares del Barrio León arropada por su barrio, con mucha música y con apoyo de la Hermandad de San Gonzalo, que abrió las puertas de la casa hermandad y desde la calle podían verse los imponentes pasos montados. También instalaron la barra solidaria que abasteció ante Mariscos Emilio a todos aquellos que buscaban un refresco en una tarde ya no tan calurosa.
La Virgen del Rosario cruzó las calles estrechas de su barrio hasta alcanzar la Avenida de Coria. Allí, en el mar de asfalto, tenía una parada obligada: la visita a la Residencia Geriátrica de las Hermanas de Consolación. Expectantes, las hermanas habían sacado a los ancianos a la puerta, que pudieron ver a la virgen a escasos metros. Allí tuvieron tiempo para rezarle y para vivir un momento mágico sin tener que salir de su residencia. Al otro lado, dos monaguillos se tiraban piedrecillas en un juego inocente.
Después de este momento, la virgen siguió paseando por sus calles para completar un recorrido que la llevaría al filo de la medianoche de nuevo hasta su plaza, donde se despidió de los vecinos hasta el año que viene.
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Miguel Pérez Martín