![nervion, nervion al dia, sevilla, actualidad, san vicente de paul, calle triana](https://farm4.staticflickr.com/3748/11195248366_12c2759f8e_m.jpg)
Hoy te traemos una de las calles más largas y que presenta el trazado más peculiar de todas las calles de Triana, ya que dibuja una inmensa curva desde que comienza junto al Puente de la Exaltación hasta que termina en la autopista al otro lado del barrio. Por su longitud y su peculiaridad nos hemos fijado en ella, al igual que el nombre que la abandera, San Vicente de Paul, un hombre bueno y peculiar.
San Vicente de Paúl fue tan importante que a su lugar de nacimiento en Francia Pouy, pasaron a ponerle su nombre Saint-Vicent-de-Paul. Este sacerdote francés nació en 1581 y fue una de las figuras más representativas del catolicismo en la Francia del siglo XVII. Entre otros hitos importantes, fue fundador de la Congregación de la Misión y fue nombrado Limosnero Real por Luis XII, función en la cual abogó por mejorar las condiciones de los campesinos y aldeanos de la época.
Los pobres son nuestros señores y maestros. Maestros de vida y pensamiento. Junto a ellos la inteligencia se esclarece, el pensamiento se rectifica, la acción se ajusta y la vida se modela desde el interior.
Fue el tercero de seis hijos de una familia campesina, como todo niño campesino trabajaba con el rebaño y la tierra. Conforme fue creciendo saltaba a la vista su gran inteligencia por lo que sus padres, tras grandes esfuerzos económicos, decidieron ingresarlo en el internado de los Padres Franciscanos para que pudiese estudiar.
Debido a su inteligencia el abogado del pueblo se convierte en su protector, por lo que pagaba los estudios de Vicente de Paul y él recibía un pequeño sueldo. Pasaron los años y se marchó a estudiar Teología en Zaragoza, luego en Toulouse, donde se ordena para ser sacerdote. Al poco tiempo se ofreció la parroquia pero nunca tomó posesión porque decidió de practicar el retiro para estudiar y enseñar y de este modo fue haciéndose una persona destacada e influyente.
En 1610 llega a París, el padre Pedro de Berulle uno de los hombres más santo de los que conoció que lo conduce a una vida puramente eclesiástica. Más tarde con otro confesor en asuntos de conciencia, fue cambiando poco a poco. Seguidamente fue nombrado párroco de Clichy donde fue recibido con gran alegría por los cambios que allí llevó a cabo. Más tarde es nombrado preceptor de la familia Gondi una de las familias más poderosas del reino y estuvo con ellos hasta que decidió enseñarle el catecismo a los campesinos. A partir de esa decisión la vida de Vicente mantiene hasta su muerte a los ochenta años, en 1660, una línea constante de dedicación a la redención espiritual y material de los pobres.
En su atención a los necesitados fue ampliando sus ayudas a condenados a galeras, enfermos, pobres, niños abandonados, soldados heridos, esclavos, ancianos desamparados, mendigos o refugiados de guerra. Para atender a todos ellos movilizó a sacerdotes creando la Congregación de la Misión, la Conferencia de los Martes, y cofradías parroquiales de caridad, como las Damas de Caridad y las Hijas de la Caridad. A todos ellos contagiaba su visión del Evangelio:
El Señor me ha enviado a anunciar la buena noticia a los pobres, la liberación a los cautivos, la vista a los ciegos y la libertad a los oprimidos.
Una de las obras más importantes que llevó a cabo San Vicente de Paul fue la Obra Vicentina, en la que se encargó de niños abandonados de París, por esa época se abandonaban 300 niños anualmente en la capital francesa. Llegó a tener 13 casas para darles cobijo. En esta hazaña cuando socorría a los que estaban en peligro por la guerra uno de sus ayudantes cruzó la línea de fuego disfrazado para transportar dinero de Vicente para el auxilio de éstos. E incluso llegó a ser del cuerpo administrativo selecto que aconsejaba al rey.
En septiembre de 1660 las fuerzas de Vicente se apagaron, en su funeral se dijo que «poco le faltó para cambiar la faz de la Iglesia». Y con esa gran premisa nos quedamos.
Laura Liñán