El pasado jueves una ambulancia atendía a un hombre que se encontraba aparentemente casi inconsciente en la confluencia de la calle Alfarería con Procurador. A simple vista podría tratarse de un incidente sin más, aislado, pero no es el caso. Esconde detrás una historia con gran trasfondo social.
El protagonista de este artículo es alguien habitual por la zona que, según conocidos del mismo, no tiene donde pasar la noche. “¿Otra vez?” Le decía un sanitario de la ambulancia que acudió ante la llamada de un vecino mientras atendía al afectado. Se le retiró de la calle para evitar que sufriera algún daño más, para que no se tropezara con él algún peatón o le arrollara una bicicleta.
Según la versión de testigos del suceso, el hombre se encontraba bajo los efectos del alcohol. Además, algunos ya conocen su forma de actuar y de qué va la historia. Entra en comercios de la misma zona con la mano en el pecho pidiendo una ambulancia, por ejemplo, y ya han dejado de acceder a sus peticiones en algún caso.
La realidad es que, más allá de la situación personal o experiencias de cada uno, sigue siendo un drama social que un ciudadano tenga que recurrir a estas artimañas para poder pasar la noche en algún lugar que no sea la calle y su desamparo.
J.F.M.