José Manuel Piñero, con la treintena superada hace ‘na y menos’, tiene siempre la sonrisa lista para desenfundar y la ilusión se escapa de sus palabras casi sin quererlo. Diseñador gráfico, ha sido galardonado este año con el título de Trianero de Honor. En el mundo de la animación, ha trabajado en el equipo de ‘Atrapa la bandera’ y ‘Tadeo Jones 2’, que obtuvieron el Goya a la Mejor Película de Animación, y también para la película todavía no estrenada titulada ‘Buñuel en el laberinto de las tortugas”. Hemos hablado con él de animación, de talento y, por supuesto, de Triana.
Vayamos a los inicios. ¿Cómo empieza todo?
Desde pequeño dibujaba, mis apuntes del cole eran un desastre porque tenían todos los márgenes llenos de dibujos. Me pasaba más tiempo dibujando que escribiendo. Pero aquí en Sevilla no había mucha cultura de cine de animación. Había pequeños estudios pero ninguno llegaba a hacer un largometraje. No vi una salida laboral en ello, y por eso decidió dedicarse al mundo financiero.
Pero, las cosas de la vida, me encontré a un amigo que hacía mucho tiempo que no veía y que se había ido fuera, porque tenía la misma inquietud que yo por el cine de animación. Estaba haciendo ‘El lince perdido’, una de las primeras películas de este tipo de Andalucía. Y me animó.
Lo dejé todo, mi trabajo financiero y me puse a estudiar un curso FPO, porque no había estudiado ninguna carrera, en el que se daba una iniciación al 3D y el profesor que lo impartía había hecho un cortometraje de animación pequeñito. Y fue lo peor que pude hacer, porque me picó mucho la curiosidad y cada vez me gustaba más.
Mi primer trabajo en una empresa en Mairena de servicios para arquitectura de representación de edificios. Me ofrecieron el puesto de supervisor y un curso enfocado a la animación. Cuando acabé aquel periodo, había una agencia de comunicación llamada Eventísimo, que tenían un producto que era Planet Play, en el que hacían animaciones en una especie de Cantajuegos. Aquella fue mi primera incursión en animación en Sevilla.
Luego das el salto a la capital.
Me fui a Madrid y tuve la oportunidad de trabajar en ‘Atrapa la bandera’ como director técnico, un puesto que viene a ser como el director de fotografía en imagen real. Entré como un perfil técnico, pero acabada aquella película yo lo que quería era desarrollar mi faceta de artista. Tuve la posibilidad de hacer algunos sketches para promocionar la película, y me abrieron las puertas de ‘Tadeo Jones’, terminando la película completa. Luego estuve en Extremadura, trabajando con gente de mucho renombre con gente que estuvo trabajando, por ejemplo, en ‘Los Picapiedra’ o el director, que había trabajado en ‘Prince of Persia’, ‘007’ o ‘El libro de la selva’.
¿Y cuándo llega el momento de volver a la tierra?
Me ofrecieron irme a Londres o Canadá, o volverme a Sevilla. Y me volví. Aquí me ofrecían un puesto en mi antigua empresa, que ahora tiene un gran calibre y se llama Grupo Beon, que adquiere agencias como Avantine o Sorensen, de Madrid. Tienen un departamento muy fuerte de I+D+I que me interesa mucho y la posibilidad de trabajar con realidad aumentada o realidad mixta, que aquí la trabaja muy poca gente. Me salí del cine para meterme en publicidad y comunicación de un proyecto a otro, pero que te mantiene muy despierto intelectualmente.
¿Esta etapa sevillana lo ves como algo pasajero? ¿Estás bien como estás? ¿O te gustaría volver al mundo del cine de animación?
Me planteo una tercera opción, que es hacerlo aquí. He visto que Madrid es un centro de la animación, pero a mí la ciudad no me ofrecía nada a nivel personal. Aquí, tú estás en tu casa y la casa te escupe a la calle, la calle te inspira. Salir y ver la luz y el tipo de gente que hay aquí te mantiene muy despierto creativamente. De hecho de aquí han salido muchísimos artistas. La idea es abrir algo aquí y competir con gente de fuera por perfiles. En España no nos creemos buenos, porque tenemos un complejo de inferioridad brutal. Sin embargo, desde fuera la palabra ‘español’ da un prestigio tremendo. Salimos fuera y la gente se vuelve loca: español que sale, español que no lo devuelven ni amarrado. Además, los artistas de fuera cuando vengan y vean lo que tenemos aquí, se van a querer quedar.
Ambicioso, ¿no?
Si no te planteas construir una catedral, nunca construirás una catedral. Si solo te planteas metas pequeñas, conseguirás metas pequeñas. Si piensas en grande, a lo mejor no llegas al final, pero te quedarás cerca. Lo mismo no llegamos a hacer una película de 130 millones de euros, pero si tenemos seis, podemos hacer ‘Tadeo’, que fue lo que costó. A nivel de precio, Sevilla es relativamente barata. Además ya estamos creciendo, el año que viene los Goya se entregan en Sevilla y eso indica que somos foco de interés.
También parece que el festival de cine europeo abrió la puerta para que el cine se asentara en la ciudad.
Claro, claro. Es que tenemos mucho que ofrecer. Pero estamos demasiado cerca del muro para saber lo alto que es el muro. Cuando viene gente de visita y me dice que han ido a ver la Torre del Oro, me doy cuenta de que yo la vi por primera vez con 18 años. A mí como trianero me cuesta mucho valorar lo que tengo porque lo vivo en mi día a día. Yo estoy enamorado de mi barrio, pero no voy haciéndole fotos a cada rincón. Cuando me fui a Madrid, pude comparar y vi la potencia que realmente tenía. La ciudad tiene muchos atractivos para traer gente de fuera y que ese dinero revierta aquí.
¿Cómo sienta que Triana te reconozca?
Yo no me lo había planteado nunca. Ni siquiera conozco a los que han votado. Tardé un par de días en digerirlo, porque estaba fuera de mi zona cómoda. Pero siento un orgullo de padre. Que Triana es mi barrio y su gente la que me ha hecho lo que soy hoy: me ha dado la valentía y ha construido mi forma de ser para llegar donde he llegado. Y que el barrio del que estoy enamorado, en el que nací, donde quiero vivir y en el que quiero morir, me dé un premio, imagínate. Sienta muy bien un pequeño reconocimiento, sobre todo cuando trabajas detrás de una pantalla, donde nadie te ve.
¿Qué te une a Triana?
Aquí nací, aquí crecí y desde aquí me iré. Tiene ese puntito de familia grande. Yo siempre explicaba en Madrid que como aquí tuvieras el peligro de cruzarte dos veces con el mismo por la calle, sois casi primos. A la tercera lo saludas y a la cuarta te tomas una cerveza con él. Eso ha hecho que vuelva. En Madrid tuve buenos amigos, pero necesitaba sentir la familia, un concepto que en Sevilla lo sientes. Que la gente te trate de esa manera tan cercana y que te acojan. Porque aquí te acogen. Cuando vas fuera, siempre hay una distancia, un espacio de seguridad que no se traspasa excepto que tengas una relación muy cercana. Aquí eso tarda 30 minutos. Es algo muy agradable y que te hace sentir muy cómodo.
¿Qué tiene Triana?
Yo creo que su gente. La luz es la misma en Triana que en la Alameda, pero la forma de ser cambia. Triana nace como un pueblo prácticamente, y se ha mantenido ese carácter aunque ahora sea un barrio. Tiene ese puntito de que no es Sevilla, sino un poco el extranjero. El paseo por las calles, hablar con cualquier persona… Hace poco retomé contacto con un amigo que hace 20 años que no veía y ahora hablo casi más con él que con mi mujer. Y ahora se ha ido de viaje, y me sigue escribiendo y me manda fotos… y eso es lo que me da Triana, que es como mi familia.
Miguel Pérez Martín