Pasear por una bulliciosa calle San Jacinto, dar vueltas y vueltas por Ronda de Triana, Manuel Arellano, Alfarería o Pagés del Corro para poder aparcar; esperar tras varias filas de personas para pedir una cerveza o, simplemente, tener que dejar espacio para otros mientras paseas, por ejemplo, por calle Castilla. Son cosas que tiene Triana y que, sin embargo, durante un mes del año se pierden.
Estamos en agosto, y en las calles del arrabal reina un silencio generalizado, casi fantasmagórico a determinadas horas del día. La vida que suele tener el barrio ha dado paso, como cada año en el octavo mes, a un aspecto solitario constante que hace que incluso los más aventureros se piensen dos veces la idea de salir a la calle.
A pesar de ser uno de los distritos más comerciales y bulliciosos de la ciudad, el tráfico y las aceras abarrotadas desaparecen como un espejismo al llegar agosto. Los bares se vacían, sobre todo los fines de semana, los veladores muestran sus sillas metálicas hirvientes al sol abrasador, los mercados como el de Triana exhiben pasillos vacíos y luces apagadas entre puestos metálicos que parecen olvidados.
Nosotros ya lo hemos comprobado, pero queremos que tú nos lo cuentes con imágenes si eres de esos pocos que se niegan a exiliarse de Triana por mucho calor que haga… ¡Esperamos tus fotos vía Twitter (@Triana_aldia), Facebook o al correo redaccion@trianaaldia.com! Entre las mejores fotografías elegiremos una que tendrá un regalo ‘de cine’…
V.C.