Cada día pasamos por ellas, son parte de la columna vertebral de nuestro barrio y las venas de Sevilla. Conocemos sus rincones, recovecos, cuando giran o donde se cortan y nos llevan a nuestra casa, a nuestro bar preferido, o al comercio de confianza, pero ¿sabemos quiénes eran realmente los protagonistas que le dan nombre a las calles de nuestro barrio? En Triana al día vamos a ir presentándotelas una a una.
Se trata del acceso al Paseo de la O desde la calle Castilla, pero más allá de un simple paso al río Guadalquivir, en el siglo XV estos 35 metros fueron los últimos metros para muchos de los herejes condenados por el tribunal la Inquisición.
El callejón está situado en las que fueron las laderas del castillo de San Jorge, fortificación que se convirtió en la sede del Santo Oficio de Sevilla, cárcel de herejes y tribunal de la Inquisición.
El Castillo de San Jorge fue edificado por los visigodos, que crearon una fortificación junto al río para la defensa de la ciudad Spalis, nombre visigótico de Sevilla. Durante el dominio almohade, el rey de Isbilia, ordena la construcción en esa zona del río de un puente flotante sobre una hilera de barcas para unir las orillas este y oeste, el Puente de Barcas. Las cadenas de ese puente estarían unidas al entonces llamado Castillo de Gabir. Fernando III de Castilla rompería las cadenas y con ellas la barrera del puente. Esto ayudaría a Fernando III a tomar la ciudad en 1248. Desde dicha toma y hasta 1280 el Castillo pertenecería a la Orden Militar de San Jorge, patrón de los caballeros y los soldados.
Ya en el siglo XV el castillo pierde relevancia y se convierte en la sede de la Inquisición y por el callejón, que lleva el mismo nombre, se conducía a los reos que bien, iban a la cárcel para ser jusgados o bien a la hoguera de los condenados por herejes y traidores a la religión católica. La Inquisición estuvo establecida en el castillo desde 1481 a 1785, cuando se trasladó a colegio de las Becas, en la zona de la Alameda de Hércules.
El tribunal de la Inquisición estuvo activo hasta 1820, cuando Fernando VII lo abolió, fecha que coincide con la demolición del Castillo de San Jorge, del que sólo quedó nuestra calle protagonista de hoy, el callejón de la Inquisición. No fue hasta hace poco más de 20 años cuando de nuevo la fortificación afloró ante los trianeros, debido a las obras de restauración del mercado de abastos de Triana.
Actualmente existe la leyenda de que en el silencio y tranquilidad nocturnos pueden oirse las cadenas arrastrando y los lamentos de los que por allí corrían la peor de las suertes.
G.M.