Cada día pasamos por ellas, son parte de la columna vertebral de nuestro barrio y las venas de Sevilla. Conocemos sus rincones, recovecos, cuando giran o donde se cortan y nos llevan a nuestra casa, a nuestro bar preferido, o al comercio de confianza, pero ¿sabemos quiénes eran realmente los protagonistas que le dan nombre a las calles de nuestro barrio? En Triana al día vamos a ir presentándotelas una a una.
Triana vio pasar por su orilla a grandes personajes históricos y desde el puente de barcas despidió a grandes marineros en busca de nuevo mundo. Muchas veces se ha hablado de la importancia del Puerto de Indias y de los navegantes que encontraban hospedaje en este barrio sevillano, por ello no entraré en más detalles generales para centrar toda la atención en un nombre particular, Juan Díaz Solís, que entre las calles evangelista y Rubén Darío, Triana le rinde su especial homenaje a este navegante y descubridor español, dándole una nomenclatura en el callejero de la ciudad.
Juan Díaz Solís nació en la localidad sevillana de Lebrija en el año 1470. Miembro de una familia de comerciantes, cursó estudios de cartografía y su inquietud por conocer nuevos lugares le llevó a muy temprana edad a ingresar en la marina portuguesa, para más adelante entrar al servicio de la corona castellana. Al servicio de la ‘Casa de India’ portuguesa navega a lo largo de las costas africanas, tomando la ruta hacia Asia por Vasco de Gama. Por aquellos años se le relaciona con negocios poco claros en las costas meridionales de España y de África del Norte.
En 1508, Solís hizo amistad con Vicente Yáñez Pinzón, compañero de Cristobal Colón en anteriores descubrimientos. Juntos embarcaron, sin mucho éxito, con la intención de encontrar la ruta de las Islas de las Especias, el deseado pasaje a través del continente americano hacia el Pacífico y las Indias. No consiguieron su objetivo, pero pasaron parte del tiempo explorando el Mar Caribe y la costa de Nicaragua.
Un año más tarde regresaron a España, pero la tensión entre ellos era patente y, tras una grave disputa entre ambos, Solís acabó en la cárcel. Aunque fue poco tiempo el que pasó entre rejas, ya que los magistrados le dieron la razón.
Por aquellos años estrechó lazos con el rey Fernando II ‘el Católico’, el cual al ver la capacidad y pericia de Juan Díaz Solís como marino, le consideró como primer candidato al puesto de Piloto Mayor de Castilla, a la muerte del célebre Américo Vespucio. De este modo, en 1512 se convirtió en el admirante de la flota de descubrimiento española.
Después del descubrimiento del Pacífico, Díaz Solís firmó una capitulación con el rey Fernando para buscar el paso sur del continente. En 1515 una expedición equipada con tres carabelas y 70 marineros partió desde Sanlúcar de Barrameda y, a pesar de los intentos de sabotaje por parte de los portugueses, los navíos españoles partieron en búsqueda del pasaje transoceánico, el que sería el último viaje de Solís.
Navegaron a lo largo de las costas brasileñas y uruguayas hasta llegar al Río de la Plata, lugar que denominó como Mar Dulce. Triste e inesperado desenlace le esperaba a este marinero que, adentrándose por el río, desembarcó en alguna de las islas de la costa oriental junto a miembros de su tripulación. Díaz Solís y los suyos fueron atacados por los indígenas que allí vivían y, ante la mirada horrorizada del resto de marineros que esperaban en la borda de los buques, fueron ejecutados, asados y devorados por los habitantes de la isla. Los sobrevivientes, confundidos ante la pérdida de su líder regresaron inmediatamente al cabo de San Agustín. Desde entonces el estuario del río de la Plata fue conocido en España como río de Solís.
El descubrimiento de la costa de Honduras, Belice, Yucatán y río de la Plata llevan su firma impresa. Murió en 1516 en aquellas tierras lejanas con apenas 46 años. Con él se dijo adiós a uno de los grandes descubridores y expedicionarios españoles, pero en Triana todavía se recuerda su nombre en una de las calles de su barrio.
S.S.
