Cada día pasamos por ellas, son parte de la columna vertebral de nuestro barrio y las venas de Sevilla. Conocemos sus rincones, recovecos, cuando giran o donde se cortan y nos llevan a nuestra casa, a nuestro bar preferido, o al comercio de confianza, pero ¿sabemos quiénes eran realmente los protagonistas que le dan nombre a las calles de nuestro barrio? En Triana al día vamos a ir presentándotelas una a una.
Entre la Ronda de Triana y de los Tejares, se emplaza una pequeña calle que tiene por nombre Niculoso Pisano y, como ocurre en muchas ocasiones, al pasar por ella sólo sabemos que está situada en el barrio de Triana, pero ni el portador de este nombre ni la historia que tiene detrás nos la podemos imaginar. Ni siquiera es de esos personajes popularmente sevillanos, aunque por su arraigo a Triana y su contribución al gremio más importante del barrio tiene un lugar de honor en la memoria particular de Sevilla.
Francisco Niculoso Pisano, fue un importante ceramista nacido en Pisa a mediados del s. XV. Su formación comienza en el taller de Faenza, donde aprende técnicas específicas como la mayólica. Como muchos otros, a finales de este siglo se desplazó a Sevilla, cuidad en auge y máximo exponente de la orfebrería y de la cerámica. Empujado por la fama del Puerto de Indias, acabó estableciéndose en el barrio de Triana donde se casó con Elena del Villar.
Su importancia reside en las innovaciones que aportó al gremio de la cerámica, ya que incorpora la técnica denominada pisana y un nuevo tipo de ornamentación conocido como grotesco. La primera consiste en pintar los azulejos esmaltados con esmalte blanco y decorarlos con motivos polícromos, de temática religiosa sobre todo. Pero, esta nueva técnica tardó en implantarse debido a la pujanza que por aquel entonces tenía el azulejo de arista o de cuenca y el de cuerda seca.
Se podría decir que Niculoso, aplicando la técnica de la pictórica a la mayólica, consiguió introducir el espíritu del Renacimiento en la cerámica de Triana. Aportación patente en las muestras que se conservan de los azulejos del altar de lo Reyes Católicos o los zócalos de Carlos V del Alcázar de Sevilla.
Sus obras, mayoritariamente, fueron proyectadas en otros lugares como Évora, Lisboa o Extremadura, dejando en el monasterio de Tentudía de Calera de León un bellísimo retablo cerámico acabado en 1518, poco antes de que Francisco Niculoso falleciera en tierras sevillanas, rincón que le había acogido y donde se desarrolló personal y profesionalmente, dejando su firma para los anales de nuestra historia.
Sonia Saco