Manuel Pérez, nombrado este año Trianero de Honor de la Velá, nos habla de su papel en ella, en la cabalgata y la Peña Trianera.
Manuel Pérez dijo sus primeras palabras en la calle Maestro Jiménez, junto a Santa Cecilia. Con familia que venía de la calle Pureza, se crió en el bar que su padre tenía en la calle Castilla y que se conocía popularmente como ‘Las Avellanitas’. Estudió en el Colegio Nuestra Señora del Rosario y en los Maristas, y formó parte de la Juventud del Cachorro. Tras el reconocimiento como Trianero de Honor en esta Velá, dice sentirse como el Rey de Triana, aunque en realidad ya lo fue un día frío de enero.
En esta entrevista nos habla del paso de la Velá de la oscuridad a la luz, de los orígenes de la cabalgata de Triana que ayudó a crear y de la Peña Trianera -que un día presidió- y su papel en el arrabal, como evitar el derribo del Puente de Triana.
Pregunta. ¿Qué tiene Triana que engancha?
Respuesta. Triana es un barrio muy singular, enganchan la forma de vivir y su gente. Aquí se vive de una manera totalmente diferente, es como un pueblo dentro de la ciudad. Más allá de eso, su casco histórico, el patrimonio que tenemos cofrade y monumental te dan el valor añadido.
P. Ha tenido buena parte de culpa en la construcción de los días de alegría del arrabal, ya sea en la cabalgata o en la Velá.
R. En relación a la cabalgata, este año habría sido la 18ª edición, a la que llego de la mano de la entonces teniente de alcalde y delegada Susana Díaz. Ella me propone la idea de unificar todas aquellas cabalgatas que existían de los distintos barrios de Triana y le echo una mano porque era algo que me gustaba. Por aquel entonces yo era presidente de la Peña Trianera y, como ateneo popular del barrio, se apoyó un poco en mí y en otras entidades para llevarlo a efecto. Desde el año 2004 hasta hoy la hemos celebrado, en algunos casos con mayor relevancia formando parte de esa comisión y en otras siendo el director de la cabalgata.
En cuanto a la Velá, cuando Curro Pérez entra como delegado del Distrito Triana y sabe de mi gestión de la cabalgata, me pide mi colaboración en la organización de la Velá. Y decido aportar mi granito de arena.
P. ¿Cuáles han sido los principales avances en la Velá en los últimos años?
R. Es un comentario generalizado: la Velá ha cambiado mucho y para bien. Ya no porque en estos últimos años se haya considerado como Fiesta Mayor de Sevilla, sino porque se le ha prestado el interés y la importancia que tenía como feria y ‘días señalaítos’ nuestros. En la Velá de antes es cierto que había casetas de entidades, pero también una serie de atractivos que denigraban la fiesta. Desde hace 20 años se le empieza a prestar atención y se cuida la estética, que estaba muy perdida. La Velá toma otra dimensión y se hace más familiar. Yo te puedo decir que a pesar de que llevo casi 14 años en la comisión, yo anteriormente no pisaba la Velá. La recuerdo de niño, de haber asistido hasta a combates de boxeo en el Altozano, pero no calaba realmente en los trianeros. Hoy la gente sí disfruta de la Velá y tiene su ambiente tranquilo, familiar y participativo para todo el que venga.
P. ¿Cómo es trabajar para el gran día de la ilusión, el 6 de enero?
R. Hay algo que hablamos con los hermanos mayores de las cofradías de Triana, y es que tienen muchos nazarenos pero en la cabalgata participan cerca de 2.800 personas, entre niños bandas o beduinos. No debemos olvidar nunca que es la primera cabalgata municipal, porque la cabalgata de Sevilla la organiza el Ateneo. Desde el primer día el lema era que todos los niños pudieran ser partícipes de esa ilusión, que el tema económico no fuera algo que impidiera salir a nadie. Y poco a poco se ha ido consolidando hasta que se ha hecho una cabalgata muy popular que ganó mucho al cambiar de la mañana a la tarde, y en la que el Ateneo asumió que tenía que participar, como en otras cabalgatas de barrio, cediendo sus carrozas.
En la cabalgata se trabaja prácticamente todo el año, porque aunque no haya que hacer las carrozas, hay que componer un cortejo de 19 carrozas con los medios que tenemos, que son pocos y no están a la altura de las circunstancias.
P. La Peña Trianera es una institución en el arrabal. ¿Qué le debe Triana?
R. Como deberle, le debe el reconocimiento de lo que ha sido la institución en el barrio desde su fundación un día de la Velá: 24 de julio del año 1932. La Peña Trianera cumple este año 89 años de existencia en los que la peña ha pasado por muchas etapas. En los últimos años hemos intentado actualizarla y llevarla a ser una entidad del siglo XXI. Con todo lo bueno y lo malo que eso conlleva. Antes la peña era sitio de reunión para escuchar la radio y ver la televisión, y hoy en día rara es la persona que no tiene una tele en su casa con diez millones de canales que no tiene horas en el día para llegar a ver. En la peña se fraguaron cosas muy importantes, y creo que Triana aún no ha sido consciente del peso específico que ha tenido la institución. Gracias a la peña la cabalgata de Sevilla viene a Triana en el año 56 y estando Alfonso Jaramillo de presidente de la peña y concejal del ayuntamiento. En la peña se fragua en el 74 que el Puente de Triana no se derribe, porque se reúne el ‘senado’ del barrio con ingenieros a la cabeza como José Luis Manzanares que aportan soluciones nuevas para que el puente no se destruyera, como era la idea en un principio del Ministerio de Obras Públicas. Ha sido sitio de reunión de toreros y escritores, lugar de exposiciones y, hasta que en 2015 nos cambiamos de sede, era un sitio emblemático por sus paños de azulejería trianera que no existen en ninguna parte. La peña era un ateneo popular, no había clases sociales, lo mismo estaba el ingeniero y el farmacéutico que el carnicero. Recopilaba todas las capas sociales del momento. Hoy en día eso ha trascendido y tiene una visión distinta.
Triana sí le debe el reconocimiento a la peña. Lo tuvo en el año 2007 haciéndola institución honorífica, lo tuvo con el reconocimiento del azulejo de nuestra fachada y lo tiene el día de hoy, dado que es punto de referencia en cuanto a presentaciones de libros o a la relación con el distrito municipal, que va de la mano de la peña en muchos aspectos.
P. ¿Conoce Triana la Peña Trianera, o hay una labor pendiente de darla a conocer sobre todo a los trianeros más jóvenes?
R. Es indiscutible que cualquier institución cultural lleva un año y medio muy malo. No hemos sido capaces todavía del daño que la pandemia nos está haciendo. El desconocimiento por parte de la juventud de Triana probablemente exista y no sepan la trayectoria de la institución. Se debe de abrir las puertas –y así lo hacemos desde el 2000- a la calle, se cambiaron estatutos y se acogió a la mujer, como no podía ser de otra manera. Porque parecía que estábamos casi fuera de la Constitución porque no les dábamos derechos. La peña se ha actualizado.
No creo que vayamos a olvidar esta racha, pero sí esperamos que vuelva a ser punto de reunión y convocatoria para jóvenes y menos jóvenes, un sitio donde podamos convivir en una sociedad que creo que está falta de convivencia.
P. Algunas de las críticas de los últimos años referentes a la Velá han ido relacionadas con la idea de que el flamenco no tiene el papel que merece dentro de los actos de la Velá. ¿Cómo lo ve?
R. No se entiende Triana sin el flamenco. Nos encontramos a muy pocos metros de, probablemente, el único monumento que está dedicado al flamenco en sí en Sevilla. Siendo la Velá la Fiesta Mayor del barrio, el flamenco es una parte importantísima. Pero también es verdad que el flamenco no lo es todo. Hay que dar participación y abrir las puertas, y lo mismo puede ser el flamenco que la canción española, los nuevos artistas que deben de promocionarse… Artistas que resulta que después ves que triunfa en otra provincia de Andalucía y que en su propio barrio no se les ha tenido la misma consideración. El flamenco es parte indiscutible, pero hay que compaginarlo con otras actividades y estilos que tienen que tener cabida. Tenemos que ser tolerantes, todo tiene que tener su sitio.