Miguel Cáceres, más conocido por los suyos como ‘El Peluka de Triana’, con sus 28 años es profesor de Lengua española en un instituto francés, Cusset (Auvergne – Francia). Desde la calle San Vicente de Paúl se fue a Francia buscando un futuro, ni siquiera un futuro mejor, ya que aquí las esperanzas de encontrar un trabajo eran escasas. Actualmente vive en Vichy (Auvergne – Francia), y nos cuenta hoy su historia.
– ¿Por qué te fuiste?
Me fui por trabajo, la vida en España, trabajando en cosas relacionadas con la educación o con cualquiera de las disciplinas en las que me he formado y por las que he invertido mis ahorros, no iban apareciendo después de muchos intentos. Me ofrecieron venirme a Francia, para mejorar y poner en práctica el francés que lo tenía casi olvidado, y aquí andamos.
– ¿Qué echas de menos de tu barrio?
El barrio es complicado olvidarlo, ha sido mi cotidianidad, mi madriguera, durante la mayor parte de mi vida, tengo muy buenos amigos, la familia, mi música…, es complicado resumirlo en unas frases porque son muchas cosas: nuestro habla, nuestro ritmo de vida, nuestros chistes, la temperatura…
– ¿Qué has descubierto fuera de tu barrio? ¿Qué hay allí que no tenga nada que ver con lo que veías como algo normal aquí?
Hombre, no existen dos lugares iguales, ni siquiera Camas es idéntico a Triana y está al lado. Pero si te tuviera que decir algo (a parte de los horarios porque aquí se cena a las 18:30) sería la forma de tomarse la vida, la amistad, el ocio, es demasiado estructurado, hay que organizarlo todo tanto que la improvisación brilla por su ausencia.
– ¿Has encontrado lo que esperabas? ¿Cómo es tu vida allí?
Sí, he encontrado la tranquilidad y la alegría que me iba faltando por mi inestabilidad económica y laboral. Mi vida aquí es más o menos idéntica a la de un profesor de instituto en Triana, supongo. Trabajo a cuatro kilómetros de casa, en un pueblo que se llama Cusset, y doy clases a alumnos de lo que sería la ESO en España, de la asignatura de Lengua española (castellana). En cuanto a mi tiempo libre, debido a que ‘estamos tiesos’ salimos poco, hacemos una vida antagónica a aquella que teníamos en Triana, apenas nos escapamos a tomar algo, y tratamos de aprovechar el tiempo en casa para seguirnos formándonos con cursos, etc. ¡Que nunca esta de más!
Teniendo en cuenta que vivo en la Francia del interior, las salidas nocturnas, y más en mi pueblo, brillan por su ausencia. A las 21:00 es como si fueran la 1 de la mañana, y eso afecta para encontrar colegas con los que echar unas risas, aparte mis compañeros son bastante mayores y no hay mucha afinidad hasta el día de hoy (ahora que me leo creo que mi vida aquí, comparada con la de Triana es bastante aburrida…).
– ¿Cómo presumes de tu barrio en el lugar donde estás?
Puff, ¿qué trianero no habla de su barrio (y de Sevilla, obviamente)? Charlamos, cuando nos encontramos con músicos, sobre el flamenco, y sobre todo los alumnos disfrutan sólo pensando en la calidad de vida que se tiene (aunque es cierto que no para todos) por allí abajo. Es que Triana es muy complicado no echarla de menos, su río, su temperatura, su gente, son muchas cosas. ¡Si más de uno la hubiera conocido no estaría todo el día encerrado y sin vida social por estos lugares!
– ¿Cómo ves desde fuera la situación de tu barrio comparándolo con el lugar donde estás ahora?
La situación de mi barrio… pregunta complicada, a la vez que extensa. No sé, intuyo que el problema del desempleo actualmente es algo que cuando hablo con ‘los míos’ preocupa en demasía, y es normal. Cada vez son más los jóvenes y familias sin trabajo, no sólo en el barrio sino en todo el país y cuesta hacer una comparativa alegre desde la lejanía.
Obviamente cuando vuelvo, trato de verlo todo con optimismo y no me quiero ir de allí ‘ni a tiros’, pero sé que cuando hemos emigrado tantos ‘amigotes’ se ve con gran añoranza, puede ser que tenga a mi tierra demasiado idealizada. Estoy tan enamorado del barrio, y de Andalucía en general, que todo lo que tengo aquí me parece poco al lado de aquello. La situación es complicada según comentan en el trabajo, dicen y se ve que aquí también está difícil la ‘cosa’, pero la diferencia es que allí, y es lo que más me gusta de nuestra idiosincrasia, todos los días buscamos una pequeña excusa para sonreír y reírnos de ‘los males’, cosa que aquí a veces hay que forzarla (la sonrisa).
– ¿Recomendarías a alguien seguir tus pasos, salir de Triana?
Puffffffff, dura pregunta… A mí me está costando mucho, no sé si lo recomendaría, sólo decirle, y con esto no quiero inducir a nada, que salir de allí es complicado, nadie te espera en un aeropuerto de cualquier parte del mundo (si hay alguien o lugar donde ocurra que me llamen ya) con dinero para que eches los días antes de encontrar casa, ni con un trabajo a tu medida, ni te regalan una dosis de paciencia y de fuerza inagotable para no derrumbarte. Irse es siempre muy difícil, dejas todo lo que has construido a base de muchos años y te enrolas (al menos en mi caso, que me vine a la aventura) en un viaje hacia alguna, o puede ser también, a ninguna parte. Entonces, en mi caso, para seguir mis pasos: primero hay que ahorrar mucho porque Francia es carísima, y ante todo venirte con ganas de trabajar en lo que sea, dejando la maleta de complejos, prejuicios y ‘señoritadas’ aquí. Nosotros empezamos lavando platos en Córcega y acabamos en el centro de Francia dando clases, pasando por un montón de ciudades y gastándonos casi lo que ganábamos en seguir buscando ‘curro’. Por ello, que hay que tener en cuenta que alejarte de una tierra tan bonita, porque lo es, como la nuestra, a la que no hay día que no eche de menos y hable de ella, no es tarea fácil.
Si estuviera en mi mano mañana cojo el autobús y en treinta horas me estoy comiendo ‘una roja’ en El Akela, pero hay que seguir creciendo y aprendiendo y esta experiencia también me está haciendo sin duda una mejor persona. Quiero volver, casi te diría que necesito volver, pero no a seguir dando palos de ciego en busca de un trabajo en el que se tenga en cuenta mi formación, ya que tanto tiempo, esfuerzo y dinero me ha costado.
Sin trabajo es complicado que vuelva, pero no me cabe la menor duda de que alguno de esos cientos de currículums que envío constantemente acabará en las manos de alguien que leerá detenidamente y se interesará en que forme parte de su equipo, y así, por fin, podré volver a mi barrio con mi gente. Esa es mi esperanza al día de hoy.
Y nada, animar al personal a que entre todos con cariño, esfuerzo y alegría sigamos haciendo del barrio un inmejorable marco para vivir, y a los que no son de allí, espero que lo visitéis cuanto antes que ya veréis que no os queréis ir de allí ‘ni con agua caliente’.
R.T.