Este lunes ha fallecido José Manuel Campos, un hombre que tiene mucho que ver con los comercios de Triana y también con la Hermandad de la Esperanza, de la que fue Hermano Mayor en uno de los momentos más duros de la corporación. El dueño de Toldos Quitasol, heredero de una saga empresarial nacida en la calle Alfarería, nos ha dejado este día de diciembre.
José Manuel Campos era director-gerente de Toldos Quitasol, uno de los negocios que los sevillanos llevamos más en el corazón por su presencia memorable en las ondas radiofónicas a través de unas míticas cuñas radiofónicas al son de «Sombra, la sombra vendo». Campos era hijo del fundador de Toldos Quitasol, del que heredó ese negocio que empezó de forma modesta en un local de la calle Alfarería y que luego se trasladó a un polígono y se transformó en una gran empresa con dos ramas de la que hasta ahora era director-gerente.
Trianero nacido en 1939, también tuvo una presencia fundamental en el mundo de las cofradías del arrabal, en concreto en la de la Capilla de los Marineros. Fue Hermano Mayor de la Esperanza de Triana entre los años 1997 y 2000, teniendo que vivir y gestionar la tremenda Madrugá de aquel último año, cuando el terror se instaló en las calles de Sevilla. Aquella noche, a las cinco y media de la mañana, el mundo vio la estampida por televisión al paso del Cristo de las Tres Caídas por la Campana, mientras que otra avalancha ponía en jaque al palio de la Esperanza en una abarrotada Magdalena. No fue un final de mandato fácil.
La Hermandad de la Esperanza, que sabía que estaba enfermo, le quiso agradecer sus esfuerzos, y en el pasado rosario de la aurora extraordinario, llevaron a la Virgen hasta el balcón de su casa y se encontró cara a cara con ella. Quizá fue también el momento en el que la Esperanza se despidió del que fuera su hermano mayor.
Antes de ser Hermano Mayor, Campos ya había trabajado por su amor a la Esperanza y por ese sentimiento del barrio para volcarse con ella. Fue el impulsor como presidente de los comerciantes para que Triana se engalanara con gran belleza para la coronación de la dolorosa en 1984. Parte de la historia comercial y cofradiera del arrabal, que se nos fue ayer en un suspiro.
R.T.