Noviembre 2020, 22:00 horas, otra nueva normalidad

Desde que el 14 de marzo se decretara el primer estado de alarma, poco a poco hemos visto como el coronavirus ha ido ‘robándonos’ poco a poco nuestro día a día.

El confinamiento domiciliario, el cierre de comercios, los ERTE, las cifras diarias de enfermos y fallecidos, la desescalada por fases, el verano de nueva normalidad… Capítulos de esta realidad que en otoño se revela con un nuevo acto.

Y es que, si la primera temporada nos dejó calles vacías y una suerte de balcones como altavoces de expresión y vías de escape, la segunda nos sorprende con limitaciones de movilidad y horarios que convierten nuestras calles en lugares sin alma al amparo de la noche.

Calles como San Jacinto, Betis, Castilla… Lugares que en circunstancias normales a las 22:00 horas estarían en plena ebullición, se presentan ahora vacías y apagadas. El toque de queda, a las 23:00 horas, y el cierre de la hostelería, fijado a las 22:30, hace que en nuestro paseo de las 22:00 nos sintamos observados, raros en la extraña normalidad que se nos impone. Incómodos ante el silencio donde antes había ruido.

Es noviembre, es miércoles, jueves y viernes; es 2020 y cualquier parecido con nuestra realidad la tenemos que buscar ahora en nuestros recuerdos. Ahora todo se supedita al coronavirus, lo importante es la salud, hay que ganar esta batalla y hay que sacrificar una parte de nuestra alegría. Es responsabilidad de todos que con la noche las calles duerman.

Pero… “Incluso la noche más oscura llegará a su fin, y el sol saldrá”, ya lo dijo Víctor Hugo.

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