Triana abarrota las barras

cuad1El día de San Bartolo, organizado por Coca Cola dentro de su campaña ‘Benditos Bares’, llenó ayer las barras de los bares de Triana. Muchos sevillanos se acercaron hasta el arrabal para refrescarse del calor sofocante en una jornada festiva y bulliciosa en San Jacinto.

Desde el mediodía, las cornetas ya avisaban que aquel iba a ser un sábado distinto. La banda de cornetas y tambores del Santísimo Cristo de las Tres Caídas arrancaba con un concierto a las puertas del Altozano el día de San Bartolo. A pesar del calor, la gente no faltó durante todo el día frente al escenario. Luego les tomó el relevo el coro de la Hermandad del Rocío de Triana que, con esa ilusión contagiosa de su bicentenario, parecía que el camino hasta la aldea almonteña les había dejado con ganas de más.

Por la tarde, aún con los grados recalentando el suelo de granito de San Jacinto y aledaños, le tocó el turno al desfile de moda y al mismo pasacalle para aquellos que no habían podido verlo por la mañana. Los niños disfrutaban en los juegos que se habían preparado en las carpas, como un taller de pintacaras u otro para hacer pajaritas. Los monitores lucían pajaritas rojas y camisas blancas, queriendo imitar la indumentaria de los camareros.

cuad2Pero Triana tenía ganas de más, y por eso aguardó hasta las nueve, cuando el desparpajo canalla del Selu y su chirigota ‘Las verdades del banquero’ se subieron al escenario del cruce de San Jacinto con San Jorge. Barrigudos y vestidos del derroche del que no cata el jamón si no ve la denominación de origen de Jabugo, desplegaron sus cuplés y remataron a un público entregado con un popurrí en el que la gente les daba la réplica. Desde el fondo de la calle, entre la muchedumbre se veía un mar de globos rojos y mucho abanico.

La noche cayó sobre San Jacinto y siguieron los conciertos, pero los trianeros ya buscaban como agua de mayo la barra del bar. Prácticamente imposible era alcanzar al camarero en cualquiera de los bares de Triana: barras abarrotadas, veladores llenos, camareros desbordados… desde la calle Castilla a Pagés del Corro, de Rodrigo de Triana a Betis. No cabía un alfiler.

Buscaban llenar los bares, y el barrio pareció entender que aquello era lo que había que hacer. Aunque muchos se preguntan si alguna vez estuvieron vacíos. San Bartolo fue un éxito: hasta la gente de las oficinas del distrito se asomaban a la puerta del edificio en San Jacinto botellín en mano. La fiesta duró hasta la madrugada, cuando el Faro de Triana, primera barra del barrio desde Sevilla, echó la persiana metálica cuando daban las tres en el reloj. Los bares devolvían la bendición a Triana y dejaban a los que aún tenían fuerzas en manos de las barras más trasnochadoras, las de la calle Betis.

Puedes ver las fotos del ambiente de San Bartolo en Triana en nuestro Facebook.

Miguel Pérez Martín

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