¿Quién fue realmente aquel hombre llamado Rodrigo de Triana que avistó el Nuevo Mundo desde la carabela La Pinta? ¿Qué relación tiene el arrabal con Magallanes y en qué lugar desaparecido comenzó la historia de la Primera Vuelta al Mundo? ¿Qué imagen sagrada bendijo la travesía de Magallanes y Elcano? Os contamos parte de la historia marítima de un barrio marinero que nunca necesitó tener mar.
En la historia de la navegación, hay un nombre que pone a nuestro arrabal en los libros de Historia. Rodrigo de Triana, que ha pasado a la historia como el primer hombre que avistó América, es un misterio en sí mismo. ¿Cuál era su verdadero nombre? ¿Era realmente trianero?
Para buscar su nombre verdadero y encontrar su historia, hay que bucear en la reconstrucción que la historiadora estadounidense Alice B. Gould hizo de la tripulación que partió con Colón en busca de las Indias Occidentales. En esta lista elaborada a lo largo de décadas, la investigadora concluye en base a los testimonios de algunos integrantes de la expedición que llegó a América con Colón que el nombre real de Rodrigo de Triana ha de ser Juan Rodríguez Bermejo, que aparece en la tripulación de la carabela La Pinta, comandada por uno de los hermanos Pinzón.
¿Cómo pudo transformarse el nombre de Juan Rodríguez Bermejo en el de Rodrigo de Triana? La historiadora explica que cuando regresaron de la expedición, los ‘Diarios’ de Cristóbal Colón fueron transcritos en Barcelona. Allí se habría transformado, por confusión, el apellido ‘Rodrígues’ en el nombre ‘Rodrigo’. ¿Y era Rodrigo trianero? Pues sí y no. En los documentos en los que se describe la tripulación, aparece que Juan Rodríguez es natural de ‘Molinos, Sevilla’. Pero lo cierto es que nadie ha conseguido averiguar dónde se encuentra Molinos, y aunque fuera natural de ese lugar, puede que haber residido en Triana posteriormente le diera el sobrenombre. No eran pocos los que se trasladaron al arrabal para comenzar, desde aquí, su carrera marítima.
La traición de Colón
Pero viajemos ahora hasta el momento por el que ese Rodrigo o Juan Rodríguez ha pasado a la historia: el grito de «¡Tierra!» desde los alto de La Pinta a las dos de la madrugada del 12 de octubre de 1492. En plena noche cerrada, este marino da el grito de haber avistado tierra firme. Desde hace poco, y gracias a un grupo de investigadores, sabemos casi con toda seguridad que lo que avistó Rodrigo fue una pequeña isla del archipiélago de Las Bahamas, que entonces se llamaba Guanahaní, que los españoles bautizaron como San Salvador y que a día de hoy recibe el nombre de Cayo Samaná (que puedes ver en la foto de arriba en la actualidad), y que es una isla totalmente deshabitada.
Según lo que había ofrecido Isabel La Católica, patrona de la expedición junto a su marido Fernando, había una recompensa de 10.000 maravedíes para el que diera ‘las albricias’. Es decir, para el primero que viera tierra. Pero Rodrigo nunca vio ni una moneda. Todo se debe a la versión del propio Cristóbal Colón. A las 10 de la noche del 11 de octubre, cuatro horas antes del grito de Rodrigo, Colón llama a uno de sus tripulantes de la Santa María para decirle que le parece ver una hoguera en el horizonte. Este tripulante dice que le parece que sí, pero llama a otro para confirmar, que dice que no ve nada. Por esta discrepancia, no se da la voz de avistamiento de tierra.
Pero a Colón le valdrá este momento y el hecho de tener dos testigos para quedarse con el botín real. Cuando Rodrigo dé el grito desde La Pinta, él defenderá que él ya había avistado la tierra antes que él y se apoyará en la conversación con los dos tripulantes para dejar al marino de La Pinta sin nada.
El origen de Rodrigo y la travesía en solitario de La Pinta
El origen de Rodrigo de Triana es algo que los testimonios de los marinos de aquel viaje y los historiadores del siglo XVI no ayudan a aclarar. Por un lado, siempre ha calado la tradición de que el avistador de tierra era de Lepe (Huelva). Esto se debe a que en algunos escritos se afirma que es un lepero el que ve el Nuevo Mundo desde La Pinta por primera vez. Pero volviendo a la tripulación estudiada por Gould, solo hay dos leperos en el viaje -uno de ellos de La Redondela-, y ambos van en la carabela de Colón, la Santa María, por lo que no podrían estar en el palo mayor de La Pinta. En otros textos sí que afirman que el marino que ve San Salvador es vecino de ‘Molinos, en Sevilla’. [Dos historiadores onubenses discrepan y han publicado recientemente que Pedro de Lope, el vecino de La Redondela, sería Rodrigo de Triana]
Por otro lado, tras el fiasco de no llevarse la recompensa de la reina, la aventura de Rodrigo continúa. En noviembre de 1492, semanas después del grito de «¡Tierra!», La Pinta se separa de las otras dos carabelas para iniciar una travesía de exploración en solitario. En ese tiempo, Rodrigo ve por primera vez una serie de islas muy importantes: Cuba, Jamaica y La Española (que hoy integra a los países de Santo Domingo y Haití). Por ello, Rodrigo de Triana se considera también «codescubridor» de estas tierras.
En busca de las Islas de las Especias
A la vuelta de este primer viaje de Colón, y tras recalar en Sevilla nuevamente, no volvemos a tener noticias de Juan Rodríguez Bermejo -nuestro supuesto Rodrigo de Triana- hasta 1525. Es entonces cuando nos lo encontramos en el puerto de La Coruña, embarcándose como piloto en la travesía de un caballero llamado Loaysa que va en busca de las Islas de las Especias -llamadas por ellos Islas Molucas y hoy las Islas Célebes-.
En ese viaje llevan a un marino más que experimentado y célebre por sus últimas proezas: Juan Sebastián Elcano. El hombre que completó la Primera Vuelta al Mundo en barco tras la muerte de Magallanes a mitad de la travesía. Este nuevo viaje no es para nada fácil. En el Atlántico sufrirán terribles tempestades, una tras otra, que dañarán algunas de las naves y que hará que otras desistan del viaje y vuelvan a España. También sufrirán escorbuto y falta de comida y agua. Tanto que, una vez cruzado el Estrecho de Magallanes, nuestro Rodrigo y el propio Elcano darán su último aliento en pleno Océano Pacífico. Rodrigo muere el 24 de junio de 1526 en alta mar.
El inicio trianero de la Primera Vuelta al Mundo
La Primera Vuelta al Mundo -que sucedió entre 1519 y 1522 y de la que el año que viene festejamos el quinto centenario- también tuvo una parte trianera. Juan Sebastián Elcano, con el que Rodrigo de Triana se embarcó hacia Las Molucas, fue el que la terminó. Pero la idea y el motor de aquella proeza náutica fue Fernando de Magallanes.
Magallanes, que era portugués, antes de partir tuvo que jurar lealtad al entonces rey Carlos I. ¿Dónde la juró y dónde recibió las banderas españolas para sus barcos? Pues en un espacio desaparecido de Triana, el antiguo Convento de la Victoria. Según algunos estudiosos, se ubicaría donde hoy está el Colegio José María del Campo, en Pagés del Corro. Allí, en su iglesia, Magallanes pide su bendición a una imagen de la Virgen con la advocación de Santa María de la Victoria -que, por cierto, fue la que puso nombre a su barco, la Nao Victoria, con la que recorrió el planeta-.
Y tenemos la suerte de seguir conservando esa talla, que fue una de piezas que sobrevivieron del convento -su altar mayor es el que hoy vemos en la Iglesia de San Jacinto-. Santa María de la Victoria se encuentra hoy muy cerquita de donde estuvo, en una capilla de la Real Parroquia de Santa Ana. Allí sigue como testigo y recuerdo de una época en la que Triana inspiraba a los hombres que gobernaron los océanos.
Miguel Pérez Martín (Instagram: @miguelperezm)