‘Triana’: la elegante música de Albéniz para un arrabal de raíces

¿Qué es Triana? Algo tiene en el ambiente de sus calles que te lleva y que te trae. Huele a sal y a espuma sin tener mar, y en la época en la que vivió Isaac Albéniz debía sonar a un cielo de pájaros y a canturreo jondo de gitanos en los corrales. La impresión que Albéniz se llevó de esta orilla la plasmó en ‘Triana’, una obra para piano que ha llevado el nombre del barrio por todo el mundo.

En ‘Triana’ está el flamenco que durante décadas mimó el arrabal entre sus callejuelas, pero Albéniz no quiere caer en el tópico fácil y va más allá. Toma la seguiriya y la sevillana más libre para transformarlas en una pieza para piano que se ha arreglado para bandas y orquestas e incluso para grupos de música de cámara.

‘Triana’, el arrabal visto por un catalán

Albéniz nació en Camprodón, en Girona. Pero fue un hombre viajero. Por los continuos traslados de su padre y por su condición de niño prodigio al piano, el compositor tuvo la oportunidad de conocer muchas ciudades de Europa y América Latina y recorrerse España como un viajero romántico.

En alguno de aquellos viajes llegó hasta Sevilla y allí retrató las esencias de la ciudad. La Triana que habría conocido Albéniz en la segunda mitad del siglo XIX dista mucho de la de hoy. Tenemos que viajar a un arrabal que a finales del siglo XIX era el que más corrales de vecinos tenía de la ciudad: 67, la mayoría de los cuales caerían víctimas de la piqueta durante el siglo XX. Albéniz conoció una calle Betis de tierra y al borde del Guadalquivir, en la que el Paseo de la O no existía y las traseras de las casas de Castilla tenían embarcadero. Una Triana en la que la Capillita del Carmen era la antigua del Altozano y el edificio del Faro -que nació como oficina para la línea fluvial hasta Sanlúcar de Barrameda- no existía. Una Triana en la que no existían ni el Barrio Voluntad, ni el Barrio León ni El Tardón.

El mejor retrato de España hecho jamás en música quizás junto a las ‘Noches en los Jardines de España’ de Manuel de Falla es la ‘Suite Iberia’ de Albéniz, en la que se incluye ‘Triana’, pero también composiciones para Ronda, Almería, Granada, Cádiz… Está considerada una de las obras cumbres del piano, y así lo supieron ver los compositores franceses que años después revolucionarían la música como Claude Debussy o Olivier Messiaen.

‘Triana’, al igual que toda la suite, fue compuesta por Albéniz en Francia a partir de sus recuerdos de viaje. Y retrata en ella el barrio bullicioso que era entonces, casi un pueblo, en el que el puerto tenía un intenso trajín de cargadores y la gitanería era tan auténtica que parecía un sueño. El barrio en el que nacían toreros y las noches de verano olían a jazmín. Por eso construye en esta pieza una delicada interpretación del arrabal, sin estridencias, sino con una melodía apasionada inspirada por un flamenco más trágico adornado con un viento madera que parece recrear los vencejos sobrevolando los tejados del barrio. Y, como en todas las obras que hablan de Andalucía, hace que el piano insinúe los rasgueos de la guitarra de una manera muy sutil pero reconocible.

Por cierto, sería Albéniz en aquellos años en París el que, en un paseo por los Campos Elíseos, cambiaría para siempre la vida del compositor sevillano Joaquín Turina. En una caminata del brazo con Turina y Falla, fue Albéniz el que convenció a un Turina que entonces componía siguiendo las tendencias y estilo de la Europa Central que volviera a sus raíces. A partir de entonces, la obra de Turina dio un giro radical, y gracias a aquel paseo hoy tenemos ‘Plazoleta de Sevilla en la Noche del Jueves Santo‘ de su ópera ‘Margot’, la que con el mismo nombre se transformó en marcha para banda de música años después y hoy oímos cuando la Virgen de Montserrat llega a la Plaza del Molviedro. O la ‘Sinfonía Sevillana’ y ‘La Procesión del Rocío’ -que cuenta la romería de la Hermandad de Triana hasta la aldea, su primer movimiento es ‘Triana en fiestas’-, cuyo solo de flautín tomó Vidriet para incorporar como solo y trío en su marcha ‘Rocío’.

Triana y Sevilla en ‘Iberia’

Corrales de Triana. / Ricardo Pachón

‘Triana’ forma parte de la Suite Iberia, un conjunto de cuadernos para piano en la que Albéniz -compositor clave de la época entendida como Nacionalismo Español- hace un recorrido por Andalucía, a excepción de una de las piezas, ‘Lavapiés’, dedicada al popular barrio madrileño. ‘Triana’ es una de las tres piezas de la suite dedicadas a Sevilla, junto con ‘Corpus Christi en Sevilla’  y ‘Eritaña’.

De la pieza dedicada a la fiesta sacramental de la ciudad dijo Alicia de Larrocha -probablemente la mejor pianista de la Historia de España- que era imposible de tocar, y arranca con la tradicional melodía de la canción popular de La Tarara. Además, en un momento se escuchan intencionadamente las campanas de la Giralda que relatan la entrada de la Custodia.

En cuanto a ‘Eritaña’, la pieza está dedicada a la popular venta que estaba donde hoy está la Glorieta de México, junto al Parque de María Luisa. Era una venta muy conocida en la que se respiraba un ambiente taurino y en la que las crónicas de la época hablan de fabulosas fiestas y grandes noches de flamenco.

A estas piezas pertenecientes a la ‘Suite Iberia’ habría que sumar otras incluidas en otras colecciones, como ‘Sevilla’, una suerte de sevillana para piano de una riqueza notable. En ella retrata la alegría de las fiestas populares de nuestra ciudad, y si prestas un poco de atención, hasta se pueden ver en el aire el movimiento de los volantes. Cosas de los genios.

Miguel Pérez Martín

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