Regalos El Turia cerró sus puertas hace apenas un mes y el barrio de Triana ha querido despedir con sentimiento uno de sus negocios de toda la vida.
El paseo por San Jacinto tiene ahora un vecino menos, porque desde su cierre el Turia tiene su escaparate empapelado, como si de uno de los regalos que hasta hace nada se vendían en su interior.
Entre el papel de regalo reina una carta de despedida de los propietarios al barrio, escrita con profundo sentimiento. Una despedida que no ha quedado huérfana de respuesta ya que Triana también ha querido despedirse de este mítco local y de sus propietarios dejando notas en el escaparate rindiendo su particular homenaje.
Carta de despedida
Para quienes no tengáis la oportunidad de pasar por la zona para leer su despedida os dejamos aquí sus palabras:
«Queridos amigos y clientes del Turia.
Nos vamos después de 57 años y medio. Cerramos nuestras puertas sabiendo que hemos hecho un buen trabajo para todos los niños y hogares de Triana y Sevilla.
Nos vamos sabiendo que hemos repartido ilusión y sonrisas en cuatro generaciones de niños.
Nos vamos con nuestra esencia, sin hacer ruido, en silencio y con la conciencia muy tranquila.
Nos vamos habiendo generado más de 80 puestos de empleo a lo largo de nuestra vida y dando las gracias a cada empleado que ha pasado por nuestra empresa.
Nos vamos vamos luchando por nuestro barrio socialmente hasta el último día y sabiendo que hemos conseguido para nuestro barrio un bienestar ejemplar.
Queremos dar las gracias a cada uno de nuestros clientes por confiar en nosotros, a nuestros vecinos comerciantes (Gasán, La Estrellita, Blanco nº 1, Mely, Sabhores, Ruperto,…) por apoyarnos en los malos momentos. Pero en especial quiero dar las gracias a mis abuelos por crear este negocio ejemplar.
A mis padres, Agustín ha sido y es figura importante en la sombra de Triana, luchando durante sus casi 50 años por este negocio. A mi madre, Loli, por crear un estilo único e inigualable a día de hoy, creando ilusión en cada niño con su dedicación plena a su negocio. Y sobre todo quiero dar las gracias a mis hijos: Carmen y Martín porque son y serán personas con unos valores que mis abuelos y padres han creado y que son seña de nuestra identidad como personas.
El único favor que os pido es que la esquina de San Jacinto con Santa Cecilia sea siempre la «esquina del Turia», que nunca perdáis la sonrisa al pasar por la tienda sabiendo que alguna vez os hicimos felices.
¡Hasta siempre amigos!»