Un ‘hijo de Triana’ que pasó a la historia pese a su corta vida

Betis
Maqueta del ‘Betis’, en la Torre del Oro

Triana es su gente, sus calles, sus costumbres, sus leyendas… Pero muchas veces hay aspectos de este barrio, hechos que acontecieron aquí, que pasan inadvertidos para muchos pero que, sin embargo, también han ayudado a convertir el arrabal en lo que es hoy día.

Para comenzar a entrar en materia, cabe destacar que el acontecimiento que aquí se relata data de entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX, fecha en la que tiene lugar uno de los hitos más importantes de la Historia de la Humanidad: la Primera Revolución Industrial.

De los muchos aspectos nuevos que se incorporaron a las vidas de las personas, uno de los más fundamentales fue las aportaciones de James Watt, ingeniero y matemático escocés que fue capaz de mejorar y perfeccionar a la llamada máquina de Newcomen, lo que desembocó en la máquina de vapor. Gracias a él, un proyecto tecnológico paso a ser una forma viable y económica de producir energía; y la máquina de vapor pronto empezó a ser utilizada en la Industria y transportes, especialmente en locomotoras y barcos. Y precisamente en la navegación marítima se encuentra nuestra historia de hoy.

Con la máquina a vapor, la navegación abandonó el romántico apoyo de las velas, ingresando al campo de la mecánica y la ingeniería naval. Como cabía esperar, las principales potencias mundiales acapararon la nueva vía de mercado, pero España; en un intento de rememorar éxitos marítimos de antaño, hizo un importante esfuerzo por unirse a dicho club. Así, en el año 1814 se crea la Real Compañía de Navegación del Guadalquivir con el objetivo de modernizar el puerto y la navegabilidad del río; y solamente tres años después se fabricaría el primer barco a vapor español, construido, y esto es lo que a nosotros nos importa, en los astilleros de Triana por el carpintero Cabrera.

El navío fue bautizado con el nombre del ‘Real Fernando’, aunque fue más famoso por su sobrenombre, que no era otro que la palabra latina con la que el pueblo romano conocía al río que baña Andalucía y se convierte casi en su columna vertebral: ‘Betis’. Botado en Sevilla el 20 de mayo de 1817, este barco tenía una eslora de 21,43 metros, con una capacidad era 13 tripulantes, 65 pasajeros, 8 viajeros en camarotes y 40 en cubierta. Acoplado con un motor Boulton y un motor Watt, estaba diseñado para alcanzar la friolera -por aquellos entonces- de 7 nudos de velocidad.

Tras las pruebas oficiales, el 8 de junio de 1817 el ‘Betis’ emprendía su viaje inaugural con destino a Sanlúcar de Barrameda, con 97 viajeros a bordo. Sin embargo, la vida del navío fue muy corta, de tan sólo un año, debido a sus múltiples averías. Finalmente, la Real Compañía lo sustituiría por el ‘Neptuno’, que cubría el trayecto Sevilla-Cádiz; pero el barco trianero ya había pasado a la historia…

Placa-conmemorativa
Placa conmemorativa del ‘Betis’, en la Torre del Oro

No en vano, en 1917, con motivo del primer centenario de la botadura, se realizaron en la ciudad multitud de actos. Los fastos de la efeméride fueron iniciativa de la Junta de la Obras del Puerto de Sevilla, en cooperación con el Ayuntamiento local, las autoridades de Marina y la Cámara de Comercio; y se realizaron, entre otros, una procesión fluvial en el día de la Virgen del Carmen, patrona de los marinos; o la condecoración a hombres de mar ancianos o minusválidos.

Dejando la historia atrás y volviendo al presente, ahora, en nuestra fecha, algunos vestigios todavía siguen en pie, a disposición de todo aquel que quiera acercarse. Están en la Torre del Oro, ya que dentro de su museo naval se encuentra una maqueta del Vapor y una lápida conmemorativa del primer centenario. Y, por supuesto, también queda el orgullo de saber que el primer barco a vapor que navegó por aguas españolas lo hizo por el Guadalquivir, que partió de nuestra ciudad y que nació en los talleres de nuestro barrio. Por lo tanto, podemos considerarlo, otro hijo de Triana.

A. Copete

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