Cohetes, algarabía, mucho jaleo y Triana llena de gente. ¿Qué es lo que pasa? ¿Sale alguna cofradía? No, es que Triana ya ha vuelto a su casa.
Poco después de las 8 de la tarde, nuestro barrio recibía con cariño a su hermandad rociera. Hay cansancio y sueño. Los romeros, llenos de polvo del camino, no pueden más con los pies. Pero los sentimientos se encuentran a flor de piel. Y es que no quieren que se acabe el Rocío.
Entre cantes y jarana han entrado en Triana y, a pesar de la extenuación, su sonrisa no se borraba de la cara. Los bueyes ya están cansados, las carretas desarregladas, pero todos vienen contentos porque han cumplido un año más con el camino a la aldea.
Que el tiempo no ha sido muy favorable ya lo sabemos todos pero contra lluvia, truenos y relámpagos, los rocieros han sabido llevar su Simpecao bordado por las arenas.
Mientras el sol se iba poniendo, las carretas se alejaban ya camino de casa, a su descanso, hasta el año que viene (si Dios quiere, como reza el dicho). Se acaban de recoger pero ya sueñan con el año siguiente, con el próximo camino, con volver al Rocío.
Y Triana ya está en Triana, y el barrio se siente distinto, porque como dice una sevillana: «no sé qué tiene Triana, cuando Triana se va».
Saray Albenca
