Se preguntarán por qué escribe en estas páginas un beduino, uno de esos alborotadores que van de dorado y blanco acompañando a Sus Majestades. Pero es que creo necesario contaros lo que viví ayer por las calles de vuestro barrio después de recorrer muchos kilómetros desde el lejano Oriente.
Triana es otro mundo… pero qué os voy a contar. En cada cosa que se organiza en las calles, el pueblo se vuelca, como una tremenda bulla que parece un monumento más del barrio, tan trianera como el puente y la Capillita del Carmen, como El Cachorro y un cante por sevillanas. Ayer tuve la suerte de llegar con el Heraldo Real al embarcadero del Paseo de la O, y allí pude ver que en Triana se respira ilusión siempre, aunque los tiempos no estén para grandes festejos.
El Heraldo Real llegó en barco, como no podría ser de otra forma, a través de ese río que en Triana es mar. Allí esperábamos al mensajero de los Reyes, a esa avanzadilla que anuncia que Triana vuelve a estar de fiesta, de fiesta de niños y de mayores, de alegría, de nervios de noche y de risa incontrolable al nacer el día.
Cuando me dijeron que me tocaba acompañar al Heraldo Real en Triana me dio un vuelco el corazón. ¿Cómo se puede llevar emoción a un barrio que ya encierra toda la emoción posible? Aún así, nos preparamos y nos vestimos de oro, con nuestras mejores galas, para echarle ese desparpajo torero y esas ganas de vivir que caracterizan al barrio. Y con nuestras banderas surcamos, como marineros que hayan visto al fin la ansiada tierra, esos cielos que os cobijan durante todo el año.
Qué pequeños nuestros regalos, simples caramelos, que íbamos soltando con entusiasmo por Alfarería, San Jorge, San Jacinto, Rodrigo de Triana, Pureza… Qué recuerdos ver a la juventud de la Esperanza recibiéndonos cantando desde el balcón de la Capilla de los Marineros, los niños en brazos de sus padres que te acercaban sus pequeñas manitas para que les dieras un par de caramelos -porque no les cabían más en las manos-, qué paciencia los niños de pocos años esperando a que el Heraldo volviera a salir por la puerta de Santa Ana después de la coronación de los Reyes para darle sus cartas…
Detrás de nuestro oscuro rostro somos todos iguales… Ni siquiera los que nos conocen son capaces de encontrarnos. Somos mensajeros de la paz que reina en estas fiestas, portadores de una ilusión que hace creer a muchos por unos días al año que este mundo sigue lleno de magia, de alegría, de luz… Triana nos recibió como si siempre hubiésemos estado allí, como sabe recibir el arrabal, con los brazos abiertos para el forastero que busca en Triana empaparse de su encanto. Quisimos llevar la magia a Triana, y Triana nos la devolvió con creces.
El lunes volveremos al arrabal. Hemos descansado en el campamento que tenemos instalado en el Aljarafe y hemos dejado que los camellos y caballos cojan fuerzas para que el día 6 por la tarde podamos estar a la altura de un barrio experto en transformar el sueño en realidad, y la realidad en sueño. Reciban bien a nuestros monarcas, que vienen cargados de emoción y un poco temerosos porque saben que vienen a la casa del arte. Como dijo ayer nuestro Heraldo, tenemos en nuestro poder un juego de llaves de vuestras casas para intentar dejaros unos cuantos detallitos la noche de mañana. Ayer cuando abandonamos el distrito rumbo al campamento, solo teníamos el alma llena de agradecimiento y pedíamos al Heraldo Real no irnos nunca de aquí. Que si hay que recargar fuerzas y empaparnos de ilusión para el resto del año, los beduinos queremos que sea en Triana. ¿Dónde si no?
Mikhail Al-Fahrero, Orgulloso Beduino del Heraldo Real de Triana