El jabón que desde Sevilla llegó al ‘Nuevo Mundo’

bóveda Almonas
Restos de la bóveda descubierta

Tranquilo, no os vamos a destripar la serie, lo cierto es que merece la pena, y mucho, verla. Muestra una Sevilla desconocida, histórica, donde apenas es reconocible la Catedral, la judería, el Castillo de San Jorge… Otro tiempo. Un tiempo en el que Sevilla aspiraba a ser la ciudad más importante como puerta al Nuevo Mundo.

Pero sí os vamos a desvelar un pequeño detalle del primer episodio, cuando casi al final una mujer intenta acceder a la ciudad y un guarda la para. «Quieta, ¿qué llevas ahí?, le dice, y ella le soborna con… ¡Jabón! Pues sí, y es que Sevilla era famosa en aquella época por muchas cosas, entre ellas su jabón que, curiosamente, se hacía en Triana, donde aún permanecen restos en el Paseo de la O y calle Castilla.

Por todos es sabida la tradición de oficios en Triana, entre los que destacan a los ojos de propios y extraños los alfareros y su cerámica. Sin embargo, hace unos siglos uno de los mejores jabones a nivel internacional se fabricó en el arrabal, más concretamente en las Reales Almonas de la calle Castilla.

Antes que nada explicaremos qué es una almona, como la propia Real Academia Española define es una jabonería,  fábrica de jabón o tienda donde se vende jabón.  Por otro lado, la denominación de Reales Almonas se debe a que pertenecían a la corona con monopolio del Estado, pero la explotación le fue concedida la familia de nobles de los Enríquez de Ribera.

En Sevilla capital se encontraban las almonas de San Salvador y las de Castilla. En la almona trianera se fabricaba jabón blanco hecho con materias primas que se obtenían  del entorno. El jabón blanco se fabricaba a base de aceite –llegado del Aljarafe-, el mazacote, orujo, cal, cenizas – procedentes de la quema de la hierba denominada barrilla, que crece en zonas pantanosas -, caparro y agallas.

Reales Almonas
Restos de las Reales Almonas que se pueden ver en el Paseo de la O

Tanto la producción como el número de personas empleadas en las almonas fueron aumentando con el tiempo, pero las primeras cifras de las que hay constancia datan de 1520. En esta fecha el personal de la almona de Castilla ascendía a dos hombres blancos que ganaban un ducado de oro y 13 maravedíes al mes, y cinco esclavos blancos y negros, una mujer para pesar (ganaba 6.000 maravedíes anuales) y otra vendedora situada en la puerta de la almona. Apenas 20 años después ya sumaban más de 40 los trabajadores en la fábrica trianera.

Placa cerámica Almonas
Placa cerámica en honor a las Reales Almonas

El consumo de este jabón, de denominación Castilla, fue tan elevado que no se libró del contrabando llegado de otras almonas de la provincia así como desde Almería. El éxito se debió no sólo a la calidad del producto, sino también a la perfecta situación estratégica con la que se contaba, ya que las almonas de Triana tenían su propio muelle desde el que salían los barcos hacia el, en aquel momento denominado, Nuevo Mundo, Inglaterra, Flandes y resto del país.

Actualmente las Reales Almonas de Castilla se pueden visitar a medias, están a la vista de todos desde el Paseo de la O: parte de la estructura de las almonas, así como un fragmento de la gran bóveda descubierta, algunos muros exteriores o el arco de La O. El resto de la arquitectura conservada se encuentra en un edificio privado que se construyó tras el derribo de las almonas a finales de los años 80 del siglo XX, donde actualmente se encuentra un azulejo que reza de la siguiente manera :

“Aquí se conservan los restos de las que fueran Almonas Reales . Fábrica donde se elaboraba el famoso ‘Jabón Sevillano’ que se embarcaba para América, Inglaterra y Flandes. La Casa Ducal de Alcalá tuvo dominio sobre ella por privilegio real desde el siglo XVI al XIX”

G. Martínez

Fuentes:

«La ciudad del Quinientos»
Francisco Morales Padrón

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